La literatura como refugio de la memoria perdida

Fernanda García Lao (Mendoza, Argentina, 1966) es narradora, dramaturga y poeta. Su infancia quedó marcada por el exilio: su familia se refugió en Madrid de 1976 hasta 1993, para huir del golpe militar que dio pie a la dictadura en Argentina (1976 - 1983). Ha publicado novelas, cuentos y poesía en editoriales de Latinoamérica, Europa y Norteamérica. Ha sido galardonada con el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes, el Tercer Premio Cortázar y fue finalista del Premio Setenil 2024 con Teoría del tacto (Editorial Dandaya, 2023). En su último libro, (NO) me acuerdo (Kriller71 Ediciones, 2025), cuestiona los modos y lugares de la memoria. ¿Cómo puede ser la literatura un espacio de resistencia frente al olvido?

Fernanda García Lao / Editorial Candaya

Tu familia se exilió en Madrid y, ahora, vives en Barcelona. ¿Qué te retiene en España?
El exilio fue de mis padres. Yo era una niña durante la dictadura, así que no elegí ni el movimiento de irnos de Argentina ni el de regresar. Barcelona es una ciudad que escogí de adulta. Al haber quedado sin patria o, más bien, con doble "matria", voy y vengo sin distinguir. Soy más argentina de este lado. Allá soy una argentina rara, con este porcentaje de españolidad que arrastro desde los diez años.

¿Cómo fue la dictadura?
Prácticamente no la recuerdo. La viví solo unos meses, desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 6 de octubre de ese mismo año (mi cumpleaños). Cumplí diez años en el avión. Solo tengo una sensación de miedo, porque en algún momento hubo coches que daban vueltas a la manzana donde vivíamos y escuché disparos en la noche. Son como retazos de sueños, con esa falta de nitidez propia de la infancia.

¿Y la llegada en España?
Tengo mucha conciencia de la llegada a Madrid: la inserción en el colegio, el extrañamiento geográfico e histórico y el no entender el nuevo paradigma. También recuerdo la nostalgia de los amigos de mis padres exiliados y de mi mismo padre (mi madre era española). Recuerdo el sonido de la melancolía, los tangos que escuchaban y las conversaciones hiperpóliticas de este lado del Atlántico.

¿El desarraigo ha sido un motor o un obstáculo?
Se convirtió en un mito fundacional a partir del cual escribo. No imagino otro modo de pensar y crear. El hecho de no pertenecer del todo a ningún lugar, ser siempre un poco extranjera y parte a la vez, interviene absolutamente en mi escritura. También la sensación de tener una línea de tiempo fragmentada. El desarraigo ha sido motor y obstáculo, pero más motor que otra cosa. Haber hecho de esta herida una virtud me ha permitido escribir.

La sensación de haberme perdido años del dolor ajeno me persigue. Hay algo de culpa por haber vivido la dictadura fuera y haber sido libre en apariencia.

En (NO) me acuerdo (Killer71 Ediciones, 2025), exploras el olvido y la fragmentación del recuerdo. ¿Cómo dialoga tu obra con el pasado?
Hay algo de collage en el lenguaje que me constituye. Al ser hija de una leonesa y de un bonaerense, mi lengua nunca fue pura y se nutrió de las dos orillas. Al llegar aquí me obligaron a hablar con la "z" porque mi profesora de lengua consideraba que lo hacía mal. Esa obligación se hizo parte de mi persona. Al regresar a Argentina me daba vergüenza y buscaba sinónimos para palabras con "z" o "c". El voseo y el "vos" volvieron a mi habla a los veinte. La sensación de haberme perdido años del dolor ajeno me persigue. Hay algo de culpa por haber vivido la dictadura fuera y haber sido libre en apariencia. Creo que mi escritura está marcada por esa memoria perdida.

Dices que tu relación con Argentina es compleja…
Una escritora no tiene solo una memoria personal, también una memoria colectiva anclada en una determinada línea de creación literaria. Hay asuntos que no son propios, sino heredados y se incorporan con naturalidad. Es como si hubiera recuperado una tradición que, de otro modo, se habría perdido.

¿Cómo ves el auge de figuras políticas como Javier Milei?
Con espanto. Creo que es una marioneta mala. No sé ni si es una figura política. Me parece más bien un arlequín demoníaco, puesto sin conciencia ni preparación y utilizado para hacer la tarea sucia que otros no se animan a hacer. Representa lo peor de Argentina, tanto hacia dentro como hacia fuera. Me da vergüenza ajena, pero sobre todo muchísima pena por el país y por la falta de visión de quienes lo votaron. Entiendo que lo hacen desde la desesperación y la ignorancia.

¿Hay censura a día de hoy?
La censura actual no asume su nombre, tiene vergüenza del término. Antes los propios censores hablaban con claridad de censura, incluso era un cargo oficial. Hoy nadie acepta los términos, se buscan eufemismos. Es una censura disfrazada de libertad.

Hoy no se prohíbe, simplemente se hace desaparecer lo molesto de manera sutil. Los medios de comunicación y los algoritmos facilitan esa invisibilización.

¿Y la memoria histórica?
Genera conflicto porque es difícil consensuar qué ocurrió. Los asesinos tienden a querer ocultar o inducir al olvido sobre sus crímenes. La diferencia más evidente es que durante la dictadura se prohibían textos y personas, además de la desaparición. Hoy no se prohíbe, simplemente se hace desaparecer lo molesto de manera sutil. Los medios de comunicación y los algoritmos facilitan esa invisibilización.

¿Has sentido alguna forma de autocensura o de presión como escritora?
Yo simplemente voy caminando. He publicado tanto en grandes editoriales como en independientes, y ahí es difícil que haya presiones. Si me autocensuro no soy consciente de ello. En mi obra lo pongo todo en tela de juicio y jamás nadie me ha advertido que algo no debía aparecer. Me mantengo fuera de los círculos de poder y voy por libre en esta vida literaria.

(NO) ME ACUERDO - Kriller71 Ediciones
«No me acuerdo con la memoria. Lo que sé, me ha sucedido en el cuerpo, lo demás es información. Es decir, versiones». Se dice de manera recurrente que «somos lo que recordamos». Pero ¿es así? Tal vez el olvido forme parte de nuestras vidas, incluso de un modo más intenso. Después de haber cuestionado la construcción biográfica con su estupenda Autobiografía con objetos (Kriller71, 2022), Fernanda García Lao recuerda lo no recordado para darle una vuelta a los modos y lugares de la memoria en un texto tan emotivo como irónico, que se mueve entre el poema, la narración difusa y el aforismo.